jueves, 27 de noviembre de 2008

Estocolmo: último día de vacaciones (y IV)

El último día de las vacaciones se hizo muy corto y triste.

Todo lo dominaba el frío del invierno. El paisaje era totalmente nevado, y sinceramente,a ninguno apetecía volver a Málaga.

Alojados como estábamos a las afueras de la capital, podíamos comprobar cómo se vive en una ciudad que confluye en perfecta armonía con la naturaleza. La zona, rodeada por bosques, se encuentra llenas de viviendas más o menos diseminadas que forman una perfecta comunión con el entorno.

Se pueden observar desde la vivienda, cómo los ciervos salvajes pasean por los jardines de los vecinos buscando algo de comida que resalte entre el manto de la nieve. Traté de captar la fotografía de dos de ellos, aunque me fue imposible. Me lancé a la calle en mangas cortas, zapatillas y con -8 grados tratando de tomar la instantánea, pero me fue imposible. Se marcharon al ver cómo aquel loco se desplazaba en mangas de camisa cámara en mano. Lástima. Al menos aproveché para captar una imagen de cómo estaba aquel precioso paisaje nevado.

Aunque en la imagen no se pueda observar, el vecino había dejado sin recoger algunas manzanas que habían caído al jardín, hecho que estaba siendo aprovechado por los ciervos para dar buena cuenta de las mismas.

Y con esta imagen concluye mi breve narración de mis minivacaciones.

Espero que os haya gustado a todos.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Vuelta de Tallin (III)

El domingo aprovechamos hasta el último minuto para descansar, bajando cuando faltaban escasos minutos para el cierre del desayuno. La cara que nos pusieron no fue muy agradable, aunque nos dejaron pasar sin problemas.

Había amanecido con -9 grados. El frío era incesante, así que decidimos no salir en principio del hotel, volviendo de nuevo al Spa. Allí optamos por una cesión de masaje, hidroterapia y sauna. El fin de semana había sido agotador así que, ya que el clima no acompañaba, nos dispusimos a recuperar fuerzas.

La señora que impartía los masajes imponía. Señora alta y de gran volumen corporal, asustaba nada más verla. Esperaba que supiera lo que hacía, y la verdad, tanto que lo sabía. Me dejó mi espalda como nueva después de 30 minutos trabajando con ella.

Tras estar toda la mañana descansando, nos decidimos salir a comer algo y dar una última vuelta por el centro comercial. Allí también se abre los domingos, así que había que aprovecharlo, aunque a decir verdad, los precios de la mayoría de los productos eran similares o incluso superiores a los de España, así que tampoco hubo grandes compras.

La salida del barco estaba programada para las 18:00 p.m, así que decidimos no apurar e irnos para el barco. Pero no contábamos con una cosa: "El General Invierno". Éste había hecho su aparición y provocó un retraso de 2 horas. El temporal arreciaba y temimos que incluso el barco no pudiera zarpar.

Imagen del Samurai Bancario en la habitación del barco.

Aquella espera se hacía eterna, nada que ver con el viaje de ida. La incertidumbre de no saber cómo volveríamos o si el banco saldría del puerto en cualquier momento, hacía que no se pudiese disfrutar de la misma manera. Además, el cansancio por la falta de horas de sueño hacía mella en nosotros. El cuerpo a los 36 no se recupera igual que a los 26, eso es algo evidente.

Por fin, y tras las 2 horas antes mencionadas, los altavoces anunciaban la salida inminente del barco, no sin avisar de igual forma que la travesía se esperaba bastante movida. Y así es como fue: movida. Vamos, que parafraseando a un buen amigo mío al hacer referencia a cómo se movía el barco, podríamos decir del mismo: "Cágate lorito".

Nunca pensé que un barco de semejante embergadura se pudiera mover tanto como lo hacía él. Eso te lo corta todo. Ni teníamos ganas de cenar siquiera.

Al amanecer, seguiamos con el itinerario según lo marcado. El mismo se podía comprobar a través de uno de los canales de televisión. El itinerario bien. Nosotros con los ojos cansados debido a la mala noche. El barco no cejaba en su constante vaivén, lo cual hacía difícil conciliar el sueño.

La llegada a las cercanías de Estocolmo se hacía a una velocidad muy lenta, dificultada por el viento reinante. Por otro lado, al menos aquella lenta marcha hacía ver que se pudiera apreciar más y mejor el paisaje que había en el exterior.

Imagen del Samurai Bancario observando el paisaje exterior.

Era un paisaje hermosísimo. Había estado toda la noche nevando y el frío polar se había apoderado también de Suecia. Eso hacía que todas las pequeñas islas por las que se tiene que discurrir para llegar al puerto de Estocolmo se encontraran totalmente cubiertas de nieve.


La cubierta del barco presentaba una hermosa imagen, toda ella cubierta de nieve. El intenso frío hacía difícil la permanencia en cubierta. Sin embargo, la imagen valía la pena captarla.









Toda la estampa que presentaba el entorno era idéntica a la mostrada. El paisaje es un eterno bosque jalonado por casas de diferente tamaño, en general casas de verano, que hacen de la imagen en sí un remanso de paz, al ver que todo lo domina la tranquilidad, alejándonos de la imagen tradicional de una costa edificada en su totalidad por auténticas colmenas humanas.

Sin duda un paisaje que invita a la reflexión.

Y como dijo el General McArthur antes de partir de Filipinas, acosado por las fuerzas niponas: "Me voy, pero volveré". Y te aseguro que volveré, Suecia. Te aseguro que volveré.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Llegada a Tallin (II)

Cerca de Tallin: 7 a.m

Fuimos a desayunar, agotados por la noche de fiesta, y lo que se suponía era un desayuno a la carta, era en realidad un Buffet menos aglomerado, aunque tampoco estaba mal.

A las 9:00 a.m llegamos a Tallin, y la grata sorpresa fue encontrarnoslo todo nevado. Era extraño ver cómo la nieve se algopaba junto al mar. El paisaje resultaba de anuncio televisivo. La temperatura: -8 grados. Y con éste frío, salimos y comenzamos a caminar hacia "Old Town". Pasear por allí era un contraste entre la Edad Media del S. XIII y las películas de la Segunda Guerra Mundial. Era una zona totalmente histórica y muy bonita.


Primera huella del Samurai Bancario en Tallin (Estonia).

Yo me había lanzado a la calle sin gorro y encontré pronto un puesto junto a una antigua muralla medieval, en el que me vendían uno por 23 €. Curioso lo mío. Tanto preocuparme por mis zonas nobles y al final se podrían quedar mis sienes congeladas. Con qué iba a pensar yo a partir de entonces? Total, que no acepto la oferta y veo como la señora baja la guardia y me rebaja a 20 €. Yo me percato del regateo y bajo a 12 €. Ella se enfada y baja a 18 € como última oferta. Yo subo a 15 y la señora habla en su idioma, no pareciendo con el tono de sus palabras, desearme nada bueno. Las negociaciones quedaron rotas y mi cabeza seguía congelada.

100 metros más adelante, entramos a una tienda de souvenirs y una joven estonia, muy buena comercial por cierto, me ofreció un gorro con cubre orejas estilo soviético por 16 €. El precio y su sonrisa me convencieron. Y allí volvía yo a la calle con mi aires de "Sovietic Style". Que cosmopolita soy!!!

Imagen del Samurai Bancario tras enfundarse su gorro de estilo soviético.

A partir de allí se acabó el frío, volviendo mis ideas a su sitio, y marchando directamente al Hotel, el Telegraaf, situado en la calle Vene, 9, a escasos pasos de donde nos encontrabamos. Disponía de muy buenas instalaciones, incluido Spa, aunque no era ése el momento de meterse en agua caliente, de modo que dejamos las maletas y continuamos con la visita a la ciudad, que ya se estaba atabiando de todas las decoraciones navideñas.

La mañana transcurrió visitando iglesias, museos y tiendas, terminado en un Restaurante Medieval, el Olde Hansa, en el que las propias camareras llevaban los trajes típicos de aquella época. Estar allí era como transportarse por un instante al medievo.

Imagen del interior del Olde Hansa.

Tras la comida, aprovechamos el resto del día para visitar más tiendas, estando gran parte del tiempo en un centro comercial llamado Viru, tras el cual nos dirijimos al total relax que te proporcionan las termales aguas del Spa. Había que recuperar fuerzas y no bastaba sólo con la exquisita comida que habiamos degustado en el almuerzo.

No hay imágenes del Samurai Bancario en bañador dentro del Spa. No quería saturar el blog de visitas ni que éste apareciera como la web más visitada. No me gusta la fama.

La cena en el Hotel tampoco desentonó, aunque hubo mucho contraste entre el insuperable almuerzo tradicional estonio, con copa de vino italiano incluida, y la frialdad de una cena más moderna y occidental.

Por la noche, había que quemar Tallin!!!! Nos dirijimos a un bar situada en la misma zona de "Old Town", que según nos dijeron estaba muy de moda. Se llamaba "Nimega Baar" y siempre ofrecian 2 x 1 en cócteles. Además contaba con una pequeña sala de baile latino. Aquí, claro está, no podía mostrar mis actitudes de baile (que son muy muy escasas, la verdad) ya que, no es que hubiera nivel, pero si sabían lo que bailaban. Allí pasamos casi toda la noche, y tras visitar un par de locales más en la zona, volvimos allí para terminar de matar la noche. A eso de las 4:00 a.m se acabó todo y nos fuimos camino al hotel.

El Viaje a Estonia (I)

Puerto de Estocolmo: 17:30 Hora Zulú (no significa nada, pero me gustaba oirlo cuando veía la serie JAG).

Al llegar a la ventanilla, hecho un vistazo del material humano que se mueve a nuestro alrededor y lo cierto es que no nos gustaba nada, con lo cual, decidimos improvisar y cambiar la habitación a una de categoría superior.

El cambo de habitación conllevaba un desayuno a la carta, minibar gratis, cesta de frutas y 4 vales de descuento de un 10% para los taxis de Tallin.

El barco estaba muy bien decorado en su interior, aunque claramente enfocado en su totalidad a la venta: supermercado, tiendas Tax Free, Casino, Piano Bar, Discoteca, Buffet, Zona Fast Food y Restaurante, además de Sala de Videojuegos, Cambio de Divisa, etc.

El personal en general de carácter similar al clima: frío, seco y algo desagradable.

Cenamos en el Restaurante, donde apenas si había gente, ya que la gran mayoría lo hacía en el resto de zonas habilitadas a tal fin. Tras la cena, fuimos al casino, jugando unas partidas de Black Jack, donde mis encantos no sirvieron para poner nerviosa a la guapa y algo antipática crupier. Ganó la banca, como siempre, pero echamos un rato agradable. Resultado neto -40 SEK (Coronas Suecas), o sea, - 4 €.

Tras el juego vino el baile, y de repente, y no sé bien cómo, el gracioso pinchadiscos de turno, que se percató del pequeño grupo de espanoles, le dio por poner un sevillana, para más Inri, "La Puerta de Toledo" (digo yo que se titulará así) de Chiquetete. Si, ésa que dice algo así como: " A la puerta de Toledo, mare, le tengo celos,....." Jajajaja!! Me descojono sólo de recordarlo. Imagináos la situación. En medio del Báltico, rodeado de guiris y escuchando a Chiquetete. El grupo se queda atónito, y yo, con 2 copas de más y sin tener ni idea de cómo bailar sevillanas, me lanzo a la desierta pista demostrando mi hispanidad y sintiéndome el John Travolta Ibérico!!!!

Los sosos guiris, en su mayoría suecos, rusos y finlandeses, se animaron y querían que les enseñara, pero eso era como pretender aprender a nadar en una bañera!! Si yo no tengo ni idea de sevillanas!!! Aunque para no decepcionar y demostrar que en España hay mucho arte y poderío (Olé la fiesta!!!), me dediqué unos instantes a transmitir unos conocimientos que no tenía, a un grupo de rusas que prestaban especial atención. Al fin y al cabo, no fue tan malo, ya que creo que Chiquetete no se escuchará mucho en las discotecas de Moscú y las pobres no harán el ridículo. Lo único que espero es no cruzarme con ellas en Andalucía.

Después, la canción de "Torero" de Chayane. Dios mío!!, pensé yo. Ya sólo falta que pongan el "Pavo Real" del Puma.

La noche continuó hasta altas horas de la madrugada, y después a descansar algo. A las 9:00 a.m llegariamos a Tallin y una larga jornada de turismo nos esperaba.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Y nació!


No me equivoqué. Las contracciones que se estaban dando aquella tarde eran el pronóstico de un próximo parto. Nos fuimos para el hospital a eso de las 22:00 y nació por cesárea allá a las 04:40 a.m. Larga noche pero que quedará siempre en mi recuerdo. Cuando la matrona salió con ella en brazos, la niña no paraba de llorar, y al posarla en los míos y dirigirme a ella con unas dulces palabras, sus enormes llantos se pararon en seco y dieron paso a un intento por abrir los ojos, si acaso para observar por primera vez aquella voz que durante tantos meses había estado escuchando en la barriga de mamá.
Sencillamente es maravillosa. Además, ya no seré "El último samurai bancario". Ya tengo descendencia y quien sabe, quizás ella me arrebate el sobrenombre, aunque ahora lo importante es que crezca y sea feliz, como lo soy yo con ella.
"El mejor medio de hacer buenos a los niños, es hacerlos felices". Oscar Wilde.