domingo, 12 de abril de 2015

Historias de la Gasolina



Ayer por la noche tuve que repostar. La línea de caja presentaba una inusual cola de personas aguardando su turno. 

Mientras esperaba el último, observaba la máquina del tabaco y cómo indicaba que presionaras la marca para saber su precio. Presioné Ducados, la que fumaba mi abuelo. Marcó 4,70 €. Al ritmo que fumaba y con la pensión que tendría hoy, gastaría un 12% de la pensión en fumar. Demasiado.

Vi que había una máquina de Nespresso y recordé los 3 años que estuve recorriendo las carreteras de España bebiendo un café que me hacía retorcer el estómago.

Me percaté de la zona dedicada a productos de Andalucía y como detrás de la cajera había una estantería con compresas y preservativos. Descubrí los Donuts Dálmata y hasta me dio tiempo a ver la oferta que ofrecían por la mochila de Marc Márquez!!

Teniendo en cuenta que estaba en una gasolinera, y a la diversidad de ingresos que ésta genera, llama la atención que sólo haya dos tipos de gasolina y otros dos de diésel. Quizás la diversificación debería ir más encaminada por ahí. 

De pronto llegó mi turno y al indicarle que el mío era el surtidor 2, pude ver que Isa, la cajera, tenía los ojos enrojecidos. Le pregunté si le ocurría algo y quizás por ser el último cliente y por poner el dedo en la llaga, arrancó a llorar. 

El día de ayer será un día de doble aniversario para ella. El día en que supo que estaba embarazada y en el que su ex la dejó. 

Cosas así siguen ocurriendo y al saber de ellas sigues sin saber bien qué decir. Tan sólo pude decirle que "piensa que hay amores que siempre te provocan una sonrisa al recordarlos. En tu caso la sonrisa la vas a tener siempre en el rostro de tu  hijo, así que anímate que tienes mucho por lo que luchar" Más o menos fue así. 

Cogí mi coche y me marché, no sin antes ver roto el llanto de Isa con una sonrisa espontánea.


Una historia cotidiana, una más que no depende del precio de la gasolina.

sábado, 3 de enero de 2015

La larga espera


El tiempo transcurría sin cambios en la salud de Lindiwe. Habían pasado ya seis meses desde su entrada en coma, y no existía signo de mejoría alguno. Incapaz de responder a estímulos exteriores, su cuerpo permanecía inherte y postrado en cama. Ya fuera de la UVI y del hospital principal de Málaga, permanecía al cuidado en un pequeño hospital donde era diariamente atendida y tratada para evitar desnutrición, infecciones y llagas por permanecer postrada en la cama. Poco más se podía hacer. La habitación 340 había dejado de ser su lugar de acogida para trasladarse a un pequeño hospital con vistas al mar. Ironías de la vida para un cuerpo totalmente ajeno a su entorno.

La familia, un elemento fundamental para ella, seguía visitándola a diario, al igual que Andrés. El resto de amigos apenas aguantaban ya la rutina y rara era la vez que se pasaban por la habitación a verla. De su novio, nada se había vuelto a saber.

La vida para Andrés se había vuelto en una constante en la que no faltaba su día a día profesional y su visita al hospital. Trataba siempre de no coincidir con la familia de ella, a sabiendas que en parte le achacaban a él la culpa de su accidente. El silencio era la nota fundamental que acompañaba los escasos encuentros en aquella habitación.

Sin embargo, mientras permanecía a solas con ella, el diálogo, o mejor dicho monólogo, era la nota dominante. El personal sanitario muchas veces se quedaba mirando la escena con cara de asombro, ya que el día a día era narrado cada tarde en un intento de que el cerebro de Lindiwe no quedara aislado.

- Cientificamente no está demostrado que un paciente en coma oiga - comentó un celador al entrar una tarde

- Tampoco lo contario, no? - espetó Andrés

Y es que nadie le iba a convencer de que Lindiwe no saldría de aquella terrible situación. Siempre trataba de llevar a cabo sus narraciones con ese toque de humor que le caracterizaba, con esa chispa con la que él mismo llegaba a reírse de las situaciones, a veces cómicas, que se desarrollaban en un mundo comercial en continuo contacto con la gente.

Pero su respuesta era nula y nada hacía pensar que aquello fuese a cambiar a corto plazo...