domingo, 23 de junio de 2013

El Tsunami Financiero (y IV): la tercera Ola


Para entender la llegada de la tercera Ola, debemos irnos a los orígenes de los problemas que arrastra la Economía española, problemas con una base estructural y que ningún gobierno hasta la fecha, por falta de respaldo o vigor político, ha acertado a solucionarlos.

Sin extenderme demasiado, dichos problemas se pueden enumerar en:

1.- Un excesivo peso del sector de la construcción, que en épocas del boom llegó a representar el 18 % del PIB, mientras que en países periféricos de la zona euro representaba entre el 4-6%. Para entender esta cifra, tenemos que ver que se trata de un sector en el que las tasas de productividad son bajísimas, poco tecnológico y escasa capacidad de innovación, que además requiere una mano de obra de escasa cualificación.

2.- Una tendencia histórica a suplir las inversiones de capital con bajadas en los costes laborales.

3.- Unido a lo anterior, escasas tasas de inversión en I+D+i, lo cual bloquea la salida de la crisis, ya que nuestras empresas no pueden competir en mercados cada vez más globalizados. Con ello llegamos también al problema de la educación y la escasa relación universidad-empresa. En España se invierte mucho en educación, pero mal. Los programas educativos no se enfocan al mundo laboral y no se centran en la búsqueda de nuevas investigaciones aplicables al mundo de la empresa. Y eso a nivel de Universidad. A niveles inferiores, los problemas son otros, en el que podemos destacar el galimatías que supone que cada región disponga de un programa educativo diferente o la formación del profesorado, totalmente al margen de los idiomas.

4.- El sector financiero, que hasta la llegada de la crisis se mostraba como uno de los más fuertes del mundo, demostró la debilidad estructural de numerosas entidades que requirieron del rescate público al tener sus balances sobrevalorados, lo cual ha supuesto un excesivo endeudamiento público, a niveles desconocidos hasta la fecha..

5.- El sector público español gasta mucho más de lo que ingresa y actualmente, y debido a la falta de credibilidad de la economía española, no parece que el mercado exterior esté muy dispuesto a seguir prestándonos dinero a bajo coste. La búsqueda de un programa coherente de consolidación fiscal es el único salvavidas posible para esta situación. En la medida que los recursos del sistema se vayan dedicando a  prestar al sector privado y no al público, se irá creciendo en I+D+i y por consiguiente, en crear empleo. El actual modelo de estado autonómico tampoco ayuda a resolver la situación.

6.- Excesiva dependencia del sector exterior, ya no sólo a nivel de capital, sino de consumo. El déficit crónico de nuestra balanza de pagos a todos los niveles, no sólo a nivel energético, es un lastre para nuestro modelo económico.

7.- El anacrónico déficit energético, que nos obligaría a buscar nuevas energías baratas y renovables, algo que nos llevaría a ser punteros dada la abundancia de las mismas en nuestro país, sigue siendo una loza casi insuperable, sin haber disminuido en absoluto nuestra dependencia de sectores tan caros y contaminantes como el carbón o el petróleo.

Unido a todo ello, desempleo crónico, altas tasas de economía sumergida, mercados reducidos y en condiciones de monopolio u oligopolio, son otros de algunos de los problemas estructurales presentes en nuestra realidad económica.

Y viendo todos estos puntos debemos darnos cuenta que la tercera Ola la estamos viviendo ya, sólo que aún no ha impactado sobre nosotros.

En estos momentos, nuestra sociedad está herida, casi muerta diría yo. Una sociedad que camina por la senda de un camino ya trazado y de resultados ya conocidos, a no ser que todos rememos en la dirección de querer resolver los problemas antes mencionados.

Somos como aquel paciente ingresado en un Hospital tal un accidente de tráfico al que le preguntan cómo está y responde que bien, que se encuentra bien. El problema es que este paciente, esta sociedad, ya ni responde, sólo espera que algún día la crisis pase y todo vuelva a ser como antes, sin darnos cuenta que construimos un gran edificio sobre unos cimientos de barro, porque los problemas mencionados siempre estuvieron ahí, sólo que a nivel mundial el dinero era muy barato y nosotros decidimos gastarlo en vivir a corto plazo.

Para salir de esta situación es necesario tomar una serie de medidas, que romperán una serie de privilegios en ciertos órganos y sectores, pero que a la larga serán de gran ayuda para la economía en general. Medidas que tienen que cumplir una serie de requisitos: tener impacto positivo, ser posibles y rentables.

Si nos dedicamos a analizar uno a uno todos los problemas enumerados, la aplicación de dichas medidas puede suponer un cambio de tendencia positivo, pero la pregunta es ¿lo queremos? ¿Estamos dispuestos a mirar por los intereses de nuestra sociedad, y no por los de un sólo sector o colectivo?

Quizás escriba sobre eso próximamente. Sólo quizás.


sábado, 15 de junio de 2013

El Tsunami Financiero (III): otra respuesta ante la crisis


Siguiendo con la respuesta a la tercera Ola, vamos a ver otro enfoque. Nos desplazamos hasta mediados del S.XX, en concreto a la Alemania nazi.

Hitler accedió al poder en un entorno dominado por las consecuencias de la Gran Depresión de 1.929 y en un país, Alemania, en el que el descontento y la frustración por la derrota sufrida en la Gran Guerra, junto a la carga que suponía las sanciones impuestas por la derrota, hicieron de caldo de cultivo para su rápido ascenso, amparado en su fuerte carisma y cada vez mayor popularidad.

Dicho ascenso, así como sus éxitos, fueron meteóricos. En seis años le dio la vuelta a la situación económica y social, llevando a cabo una recuperación asombrosa. En el plano político desencadenó el inicio de la Segunda Guerra Mundial, consiguiendo una serie de sorprendentes victorias, muchas veces en clara inferioridad numérica, pero amparado en un gran despliegue estratégico y nuevas fórmulas de llevar a cabo la guerra.

Su trayectoria parecía imparable. Así, podemos decir que en 1.941 era el claro ganador de la contienda tras haber conquistado gran parte de Europa y el Norte de África. Pero algo hizo cambiar el curso de las cosas. No fue un error, sino una secuencia de ellos los que desataron ese punto de inflexión, esa crisis en ese modelo de éxito que había diseñado.

Y las razones del fracaso fueron obvias: trató de mantener un control absoluto de las operaciones de la Wehrmacht, a pesar de moverse siempre entre desoladores búnkeres de mando, lo que le llevó a divorciarse cada vez más de la realidad. Por otro lado, sus tropas estaban demasiado expandidas, con un pésimo sistema de suministros y una Luftwaffe en manos de uno de los mayores incompetentes de la escena militar, el ministro Goering. Una renuncia a la guerra naval, o la no instalación del país en una auténtica economía de guerra fueron otras de las causas que contribuyeron al comienzo de su fracaso.

¿Y qué hizo Hitler? Pues en vez de analizar los fallos de su estructura, achacó todos los males a la falta de espíritu combativo de sus tropas (proactividad que diríamos hoy) así como a la no comprensión por parte de su alto mando de las órdenes por él transmitidas.

Como resultado de ello se dedicó a solicitarles a su ejército un mayor vigor en la batalla sin proporcionarles más recursos, lo que le condujo a nuevas derrotas, una mayor carga de trabajo, estrés y a un cada vez mayor deterioro de su estado de salud. Todas las operaciones necesitaban de su autorización, lo que unido a la falta de comunicación que se produjo en muchas ocasiones, provocó la pérdida de efectividad en la batalla y con ello nuevas derrotas.

Y es que "ante los problemas, tendemos a potenciar aquellas cualidades que más dominamos, aunque sean aquellas que han ocasionado la crisis...."

Por tanto nos encontramos dos maneras de afrontar las crisis:

1.- Convertirla en una oportunidad, como logró hacer el Ministro Pombal.

2.- Reforzar las conductas y habilidades en las que nos sentimos fuertes. Es lo que hizo Hitler, y desgraciadamente, lo que está haciendo España ante esta crisis.


domingo, 9 de junio de 2013

El Tsunami Financiero (II): preparados para la tercera Ola



Tan trascendentes son las crisis como la respuesta que se les de a las mismas. Etimológicamente el término crisis proviene del griego y se define como "separación", "decisión", "punto crítico". Crisis es algo que se rompe, y al romperse hay que analizarlo. Por ello en época de crisis se requiere una toma de decisiones flexible que otorgue respuestas acordes a la situación.

Para sobrevivir a la tercera Ola es necesario un enfoque que de respuestas a la situación. Volvamos a analizar la historia. Volvamos a Lisboa.

En Portugal reinaba José I, quien tras acceder al trono a los 35 años, tras la muerte de su padre, cedió el poder a manos del Marqués de Pombal, quien ocupó el puesto de Primer Ministro pese a las reticencias de la aristocracia lusa, que lo rechazaba al considerarlo el advenedizo hijo de un hacendado rural. Rechazo por otro lado mutuo, al ver éste a los viejos nobles como una clase decadente y corrupta incapaz de hacer frente a los problemas de Portugal.

Milagrosamente, el Marqués de Pombal sobrevivió a la catástrofe. Suya fue la frase "Cuidar de los vivos, enterrar a los muertos", frase que resume a las claras el pragmatismo de sus acciones, enfocadas a quitar lo que no sirve para proteger lo que si sirve.

A continuación envió bomberos al interior de la ciudad para extinguir los incendios, organizó grupos para enterrar a los cadáveres, y viendo que el número de éstos desbordaba cualquier previsión, decidió en contra de los criterios de la época, cargar los cadáveres en barcazas y enviarlos más allá de la boca del Tajo, con el fin de evitar que las epidemias se extendieran por el resto de la población. A esto hoy en día lo podemos equiparar a poner todos los Activos tóxicos en un banco malo y aislarlos del resto del Sistema. Se movilizó al ejército, el cual rodeó la ciudad para evitar la huida de los hombres sanos que podrían ayudar al despeje de las ruinas, así como evitar los saqueos. Asimismo se levantaron patíbulos donde se vio como 34 saqueadores fueron ejecutados. Alguna simbología podemos encontrar hoy en día con este hecho. Sólo hay que estar atentos a los telediarios.

Pero hizo más que todo lo descrito. Aprovechó la tragedia para reconstruir Lisboa, dotándola de su estructura actual y tratando la situación como un buen gestor, no como un político, debiendo asumir decisiones contrarias a la opinión pública en general. Y es que a veces los problemas no sólo vienen de la crisis, sino también de la forma en que la afrontamos.

En el próximo capítulo veremos otro enfoque muy diferente a la crisis, o cómo no debemos afrontar la tercera Ola.

domingo, 2 de junio de 2013

El Tsunami Financiero (I)


Para entender, no sólo lo que está ocurriendo en el sector financiero español, sino lo que queda por llegar, podemos recurrir a la historia y a los símiles que ésta nos presta en conjunción con los vaivenes de la naturaleza.

Corría el 1 de Noviembre de 1775, festividad de todos los Santos y un día de ferviente devoción cristiana. Es por ello que las iglesias de Lisboa se encontraban abarrotadas de fieles devotos dispuestos a cumplir con su obligación de velar por los difuntos. En ese momento, un fuerte terremoto de fuerza 9 se apoderó de la ciudad. Las construcciones, de mala calidad dada la época, cedieron ante la magnitud del seísmo, haciendo de las Iglesias un nido donde murieron miles de personas. Los que pudieron salir entre los escombros, tuvieron que enfrentarse a los incendios provocados por las cocinas, entonces de leña, y que asolaron la ciudad durante cinco días.

La población huyó hacia la playa, donde se encontraron un panorama anómalo. Las aguas del mar se habían retirado y durante un espacio de tiempo inferior a una hora se pudo observar al descubierto todos los fondos marinos que rodean la ciudad. Transcurrido ese instante, llegaron las olas del tsunami provocado por el terremoto.

Fueron tres, a intervalos de una hora. Apagaron la gran mayoría de los fuegos, pero ahogaron a una gran mayoría de la población superviviente. En cuestión de horas, casi la mitad de la población lisboeta había fallecido.

De este relato, hay que sacar varias conclusiones:

1.-Las crisis siempre se generan previas a ciertas señales de alarmas que algunos, considerados locos por la gran mayoría, suelen ver, y a los que pocos hacen caso. En el caso de Lisboa la retirada de las aguas del mar condujo a algunos hacia el exterior de la ciudad, lejos de aquella situación.

2.- Luego las olas golpean dejando a muchos sin mucha capacidad de reacción. En un momento desaparecen recursos amasados durante años.

3.- Nunca es un solo golpe, siempre una cadena de ellos. Pero no acaban con nuestra especie. Somos reacios al cambio, pero cuando éste se produce de una forma violenta nos adaptamos a él para seguir subsistiendo.

Acercándonos a ver qué ocurrió con el Sistema Financiero español, vemos cómo en Agosto del 2.007, fecha considerada por todos como el comienzo de la Crisis, hacia ya meses que el "mar había comenzado a retirarse".

El mercado estaba lleno de supuestas oportunidades basadas en hipotecas al 150% del valor de compra y promociones desarrolladas en un mercado sobredimensionado y construidas en unos terrenos sobrevalorados. Algunas entidades pararon, aunque fueron pocas.

La primera ola llegó con gran fuerza y vigor. Fue la ola de la morosidad. De repente, tras ese Agosto del 2.007, el mercado estalló y se percató que los precios eran ficticios y no se correspondían con la realidad. Comenzaron los impagos y las entidades comenzaron a buscar soluciones: refinanciaciones, pagos aplazados, renegociaciones de deuda, todo lo necesario para evitar el mayor número de víctimas para el sistema financiero. Pero esto era imposible, y lo peor, trajo una primera epidemia al sistema llamada "desconfianza".

La segunda ola la estamos sufriendo en estos momentos. Es la ola de las fusiones. La primera ola ha dejado un gran número de cadáveres en el sector. Ahora se trata de fusionarse buscando menos entidades, más saneadas, asumir menos riesgos y con menor índice de costes fijos (personal, sucursales,etc) Se trata de ganar dimensión y adelgazar un mercado ya de por sí sobredimensionado.

Pero es esta una ola bastante pequeña, y ayudará a crear un nuevo tipo de entidades financieras que posiblemente se vuelque más en el foco del negocio: el cliente.

La tercera ola está aún por llegar. Hablar de ella cuando aún no nos hemos recuperado de la primera y la segunda parece un absurdo, pero cuanto antes seamos conscientes de su llegada, antes podremos prepararnos.

Será una ola que cambiará el concepto que actualmente tenemos de la banca y que para su análisis requerirá un estudio aparte.