sábado, 15 de junio de 2013

El Tsunami Financiero (III): otra respuesta ante la crisis


Siguiendo con la respuesta a la tercera Ola, vamos a ver otro enfoque. Nos desplazamos hasta mediados del S.XX, en concreto a la Alemania nazi.

Hitler accedió al poder en un entorno dominado por las consecuencias de la Gran Depresión de 1.929 y en un país, Alemania, en el que el descontento y la frustración por la derrota sufrida en la Gran Guerra, junto a la carga que suponía las sanciones impuestas por la derrota, hicieron de caldo de cultivo para su rápido ascenso, amparado en su fuerte carisma y cada vez mayor popularidad.

Dicho ascenso, así como sus éxitos, fueron meteóricos. En seis años le dio la vuelta a la situación económica y social, llevando a cabo una recuperación asombrosa. En el plano político desencadenó el inicio de la Segunda Guerra Mundial, consiguiendo una serie de sorprendentes victorias, muchas veces en clara inferioridad numérica, pero amparado en un gran despliegue estratégico y nuevas fórmulas de llevar a cabo la guerra.

Su trayectoria parecía imparable. Así, podemos decir que en 1.941 era el claro ganador de la contienda tras haber conquistado gran parte de Europa y el Norte de África. Pero algo hizo cambiar el curso de las cosas. No fue un error, sino una secuencia de ellos los que desataron ese punto de inflexión, esa crisis en ese modelo de éxito que había diseñado.

Y las razones del fracaso fueron obvias: trató de mantener un control absoluto de las operaciones de la Wehrmacht, a pesar de moverse siempre entre desoladores búnkeres de mando, lo que le llevó a divorciarse cada vez más de la realidad. Por otro lado, sus tropas estaban demasiado expandidas, con un pésimo sistema de suministros y una Luftwaffe en manos de uno de los mayores incompetentes de la escena militar, el ministro Goering. Una renuncia a la guerra naval, o la no instalación del país en una auténtica economía de guerra fueron otras de las causas que contribuyeron al comienzo de su fracaso.

¿Y qué hizo Hitler? Pues en vez de analizar los fallos de su estructura, achacó todos los males a la falta de espíritu combativo de sus tropas (proactividad que diríamos hoy) así como a la no comprensión por parte de su alto mando de las órdenes por él transmitidas.

Como resultado de ello se dedicó a solicitarles a su ejército un mayor vigor en la batalla sin proporcionarles más recursos, lo que le condujo a nuevas derrotas, una mayor carga de trabajo, estrés y a un cada vez mayor deterioro de su estado de salud. Todas las operaciones necesitaban de su autorización, lo que unido a la falta de comunicación que se produjo en muchas ocasiones, provocó la pérdida de efectividad en la batalla y con ello nuevas derrotas.

Y es que "ante los problemas, tendemos a potenciar aquellas cualidades que más dominamos, aunque sean aquellas que han ocasionado la crisis...."

Por tanto nos encontramos dos maneras de afrontar las crisis:

1.- Convertirla en una oportunidad, como logró hacer el Ministro Pombal.

2.- Reforzar las conductas y habilidades en las que nos sentimos fuertes. Es lo que hizo Hitler, y desgraciadamente, lo que está haciendo España ante esta crisis.


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