domingo, 2 de junio de 2013

El Tsunami Financiero (I)


Para entender, no sólo lo que está ocurriendo en el sector financiero español, sino lo que queda por llegar, podemos recurrir a la historia y a los símiles que ésta nos presta en conjunción con los vaivenes de la naturaleza.

Corría el 1 de Noviembre de 1775, festividad de todos los Santos y un día de ferviente devoción cristiana. Es por ello que las iglesias de Lisboa se encontraban abarrotadas de fieles devotos dispuestos a cumplir con su obligación de velar por los difuntos. En ese momento, un fuerte terremoto de fuerza 9 se apoderó de la ciudad. Las construcciones, de mala calidad dada la época, cedieron ante la magnitud del seísmo, haciendo de las Iglesias un nido donde murieron miles de personas. Los que pudieron salir entre los escombros, tuvieron que enfrentarse a los incendios provocados por las cocinas, entonces de leña, y que asolaron la ciudad durante cinco días.

La población huyó hacia la playa, donde se encontraron un panorama anómalo. Las aguas del mar se habían retirado y durante un espacio de tiempo inferior a una hora se pudo observar al descubierto todos los fondos marinos que rodean la ciudad. Transcurrido ese instante, llegaron las olas del tsunami provocado por el terremoto.

Fueron tres, a intervalos de una hora. Apagaron la gran mayoría de los fuegos, pero ahogaron a una gran mayoría de la población superviviente. En cuestión de horas, casi la mitad de la población lisboeta había fallecido.

De este relato, hay que sacar varias conclusiones:

1.-Las crisis siempre se generan previas a ciertas señales de alarmas que algunos, considerados locos por la gran mayoría, suelen ver, y a los que pocos hacen caso. En el caso de Lisboa la retirada de las aguas del mar condujo a algunos hacia el exterior de la ciudad, lejos de aquella situación.

2.- Luego las olas golpean dejando a muchos sin mucha capacidad de reacción. En un momento desaparecen recursos amasados durante años.

3.- Nunca es un solo golpe, siempre una cadena de ellos. Pero no acaban con nuestra especie. Somos reacios al cambio, pero cuando éste se produce de una forma violenta nos adaptamos a él para seguir subsistiendo.

Acercándonos a ver qué ocurrió con el Sistema Financiero español, vemos cómo en Agosto del 2.007, fecha considerada por todos como el comienzo de la Crisis, hacia ya meses que el "mar había comenzado a retirarse".

El mercado estaba lleno de supuestas oportunidades basadas en hipotecas al 150% del valor de compra y promociones desarrolladas en un mercado sobredimensionado y construidas en unos terrenos sobrevalorados. Algunas entidades pararon, aunque fueron pocas.

La primera ola llegó con gran fuerza y vigor. Fue la ola de la morosidad. De repente, tras ese Agosto del 2.007, el mercado estalló y se percató que los precios eran ficticios y no se correspondían con la realidad. Comenzaron los impagos y las entidades comenzaron a buscar soluciones: refinanciaciones, pagos aplazados, renegociaciones de deuda, todo lo necesario para evitar el mayor número de víctimas para el sistema financiero. Pero esto era imposible, y lo peor, trajo una primera epidemia al sistema llamada "desconfianza".

La segunda ola la estamos sufriendo en estos momentos. Es la ola de las fusiones. La primera ola ha dejado un gran número de cadáveres en el sector. Ahora se trata de fusionarse buscando menos entidades, más saneadas, asumir menos riesgos y con menor índice de costes fijos (personal, sucursales,etc) Se trata de ganar dimensión y adelgazar un mercado ya de por sí sobredimensionado.

Pero es esta una ola bastante pequeña, y ayudará a crear un nuevo tipo de entidades financieras que posiblemente se vuelque más en el foco del negocio: el cliente.

La tercera ola está aún por llegar. Hablar de ella cuando aún no nos hemos recuperado de la primera y la segunda parece un absurdo, pero cuanto antes seamos conscientes de su llegada, antes podremos prepararnos.

Será una ola que cambiará el concepto que actualmente tenemos de la banca y que para su análisis requerirá un estudio aparte.







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