Ya estoy de vuelta, después de haber pasado una verdadera odisea para llegar a Málaga que ya os contaré en otro post. De momento, y ya que lo prometido es deuda, os dejo algunas imágenes tomadas de mi estancia en Estocolmo por Navidad. Además, he cogido algunas imágenes que son idénticas a las publicadas el 2/9 en el post: Más fotos de Suecia: Vendelsö con las cuales se podrá comparar a la perfección la diferencia de paisaje invierno -verano.
Al comenzar mi primera mañana allí, lo primero que apareció tras abrir la puerta fue un paisaje inundado completamente por la nieve, y no es que la noche antes no estuviera así, sino que la diferencia residía en el grosor de las capas sobre la superficie y en que ésta lo había cubierto todo en su totalidad. El camino de paso no existía.
Al asomarme por la otra entrada de la casa, éste fue el panorama que veían mis ojos:
Nada diferente al anterior. El primer plano que se observa es desde el porche del jardín, luego se observa que la nieve empujada por el viento había incluso inundado una zona bajo cubierta.
Y claro, visto el panorama sólo quedaba un plan por delante: quitar la nieve de las zonas de tránsito así como del porche, tarea ésta que realiza siempre mi suegro y que en aquel mi primer día de estancia me propuse a desarrollar.
Al principio se reía. Me decía que ya venía lesionado de España y que no quería que sufriera más accidentes, en un tono bastante jocoso. Para los que no lo sepáis, os diré que dos semanas antes de partir tuve una rotura fibrilar en el gemelo derecho, y ello se me produjo practicando deporte. Pero una vez recuperado de la lesión, me dispuse a probar la nueva tarea.
Ataviado con toda la indumentaria reglamentaria y pala en mano, me dispuse a comenzar con la limpieza. El camino por el que comencé no parecía muy difícil y la nieve salía con gran facilidad en bloques grandes, pero claro, una cosa es comenzar y otra muy diferente, ver lo largo que se hace el camino.
Viendo mi suegro mi forma de trabajar, me enseñó que en el trastero había instrumentos más útiles para apartar la nieve que la pala que había empleado, así que observando de él como se usaban comencé a imitar sus acciones.
De entrada, cambié a una pala más grande y comencé a usar un recogedor que me ayudaba a mover la nieve en grandes cantidades.
Y es que ya se sabe: "Más vale maña que fuerza".
Poco a poco aquello fue tomando color, aunque comencé a tener una sensación desconocida para mi, y era la de estar sudando en medio de un frío de -15º. Es extraño, todas las capas de ropa te sobran, aunque sabes que a tu alrededor a poco que te paras sientes la frialdad del entorno.
Sólo me quité el gorro y continué con la tarea. La nevada había sido tal que tardamos más de dos horas en quitarlo todo.
Tras la retirada de nieve, ducha de agua caliente y nos vestimos para dar una vuelta. Tenía ganas de ver el bosque y todos los paisajes por los que había estado paseando durante el verano pasado cubiertos de nieve en su totalidad.
A la izquierda se pueden observar los manzanos del jardín de mis suegros, poblados de hojas en verano y cubiertos en estos momentos por grandes cantidades de nieve.
Además, casi me caigo al hacerme la foto!!!
Y nada más comenzar el paseo, pues nada, comienza de nuevo a nevar. Desde esta foto se puede observar el panorama general de todo Vendelsö: la nieve lo cubre todo, casas, árboles, carretera.....
Pero, ¿y la playa? se me ocurrió la idea el ir a la playa, la misma en la que no me había bañado en pleno mes de agosto por falta de .... coraje para aguantar las bajas temperaturas para la época del año en la que estábamos.
Hay un camino no muy largo, pero incómodo de recorrer al ir dándote la nieve en la cara. Pero llegar allí y ver esta postal merece la pena.
El día no acompañaba para dar muchos paseos. No es algo agradable ver como los fríos vientos del Norte te golpean la cara usando los copos de nieve como guantes.
Tras el paseo de 30 minutos nos dispusimos a volver a casa. No dio tiempo de visitar el bosque. El viento arreciaba y nos decidimos a regresar.
Ya de nuevo en casa, mejor sería la opción de coger el coche e ir a algún lugar público pero protegido del clima.
Eso si, al entrar a casa me di cuenta de algo: el camino volvía a estar de nuevo impregnado por la nieve. Aquello tenía pinta de que pronto nada de lo trabajado habría servido para nada. O si, para vivir una experiencia diferente en una Navidad diferente.
Mañana os contaré de como una alemana rubia, de ojos azules, se "enamoró" de mi durante el almuerzo, haciendo mi mujer de traductora entre los dos.
Feliz Navidad a todos.