miércoles, 2 de enero de 2013

REEDITADO. Quizás fue el amor: Capítulo final


Hola a todos

Tal y como dije en la entrada de regreso, este no es un blog de viajes, o al menos inicialmemte no se concibió con esa idea. En él se narraba una historia, la cual había eliminado de internet por razones personales. Sin embargo, he querido volver a editar los dos último capítulos en uno sólo.

La razón del por qué estos dos últimos capítulos, no es otra que en ellos se pueden encontrar muchos y muy variados sentimientos y emociones. No es sólo el desenlace de una historia, sino el contraste de un pasado vivido con intensidad al lado de Lindiwe, frente a un presente que se quiebra con Elvira, al tiempo que se muestra la dureza de un futuro incierto y desolador en el que no se atisban signos de esperanza. Quizás demasiados contrastes en un corto espacio de tiempo, pero a la vez, reales como la vida misma. Algo que se puede tornar en secuencia metafórica cuando lo extrapolamos a otros momentos de la vida.

El conflicto surge en muchas ocasiones. A veces nuestra vida discurre en una trinchera, en la que por momentos nos sentimos temerosos y por momentos Titanes capaces de todo. En uno y otro instante, llegan puntos de inflexión que debemos de afrontar, ya que las trincheras de la vida son como las reales: pequeños agujeros escabados en el suelo donde guarecernos un breve instante. La vida está siempre fuera.

Gracias por seguir mi historia.


La imagen que se tiene después de acceder a la sala de cuidados intensivos, es de esas que no se olvidan en la vida, quedan grabadas para siempre. Ver a Lindiwe allí hizo que Andrés se desmoronara anímicamente. Fueron escasos segundos los que pudo permanecer en la sala. Suficientes para que todo quedara encarcelado en sus retinas.

Al salir habló con uno de los médicos que la asistía:

- ¿Se salvará, Doctor?

- Es difícil de decir. Presenta traumatismo con conmoción cerebral y entrada en coma casi profundo. Tiene un hematoma frontal y discreta rigidez cervical. Necesita inicialmente de respiración asistida, y está conectada a electrodos a nivel cardíaco y cerebral. Por vía venosa recibe sueroterapia y tiene inmovilización cervical con collarín.

- Pero..... no entiendo mucho de medicina. ¿Saldrá del coma?

- No se sabe. Es difícil posicionarse en estos momentos. Puede que le queden horas de vida o que se recupere totalmente de las lesiones. Al entrar a urgencias le hicimos un TAC con contraste en el que no se observaron signos patológicos.

- ¿Qué es eso?

- Hemorragias, desplazamiento de masa encefálica,... etc. Tan sólo una luxación del hombro izquierdo atribuible al cinturón de seguridad. En esa zona necesita inmovilización con vendaje. Todo ello no quiere decir que vaya a sobrevivir. Si no sale del coma en breve, pueden aparecer infecciones, escaras, perdida de masa muscular, fiebre,.... que agravarán la situación de por si deteriorada.

Las próximas 24 horas serán fundamentales en la evolución.

Además, siento decirle que por desgracia ha perdido la gestación.

- ¿Gestación? ¿Estaba embarazada?

- Sí. ¿No lo sabía?

- No, no me había dicho nada. Decía que quería contarme algo esta misma noche, pero no sabía nada. ¿Pero de cuánto estaba?

- Al llegar a Urgencias presentaba una pequeña pérdida vaginal de sangre. Una hora más tarde perdió definitivamente el feto. Era aproximadamente de unas 12 semanas.

Doce semanas, 3 meses, se había quedado embarazada por Navidades.

El tiempo se detuvo en ese instante para Andrés. No reaccionó ni con el "Lo siento" emitido por el médico. Instantes después llegó la familia de Lindiwe. Hermano, cuñada,...... La escena es difícil de narrar.

Andrés se apartó del lugar y se dirigió a sentarse junto a las escaleras. Al cabo de unos minutos vio a Elvira indagando entre el personal sanitario acerca del accidente de tráfico. Casi sin querer, ella se percató de su presencia. Tampoco le hicieron falta más datos. Una chica de color ingresada en la UVI, un accidente de tráfico a la entrada de Málaga y Andrés desolado en las escaleras del hospital. No le dirigió palabra. No sé si estaba dolida por la mentira o si se dio cuenta de lo que él sentía por aquella mujer. Poco importaba ya eso.

Al día siguiente, una escueta narración en el diario. Pocos detalles.

Demasiadas sorpresas para una noche. Pero no iban a ser las últimas.

Al día siguiente, Andrés no acudió al trabajo. Llamó para pedirse un día de asuntos propios. No hubo pegas por parte de la Directora, aunque si le advirtió que tendrían que hablar al día siguiente. Algo tenía que contarle.

Las horas se hacían eternas en el hospital. La mayoría de la familia de Lindiwe permanecía allí, entre el pasillo de la UVI y las escaleras. Se hablaba poco, y todo alrededor de aquel lugar era tristeza y desazón. Pero algo le extrañaba a Andrés por encima de todo. Se percibían ciertas reticencias de los familiares a que él siguiera en el hospital. Tampoco le dio más importancia. Aquellas 24 horas iban a ser decisivas y podrían llegar a ser sus últimas horas de vida.

Pasadas las mismas no hubo cambios significativos. Todo seguía igual. Ya que aquello no iba a ser cuestión de horas, sino de algo que se podía alargar en el largo plazo, Andrés volvió al trabajo. Al llegar a la oficina la sorpresa fue tremenda. Masako, la Directora, había presentado la dimisión. Se marchaba a otra entidad financiera. Sin más, sin avisar. Siempre que hay cambios a nivel de Dirección, todo el personal tiene dudas por todo lo que puede acarrear consigo. aunque en aquellas circunstancias a él le supo a indiferencia. No era lo más importante en esos momentos. Sabía que no era su turno de ascender. Hanako, la otra apoderada, tenía más antigüedad que él, aunque menos carisma. Él llevaba escasos tres meses de apoderado y aún no le dejarían tanta responsabilidad. No había problema en ello. Era consciente que todavía no había llegado su momento dentro de la entidad.

El día transcurrió con la agitación normal de la nueva noticia. Al terminar la jornada regresó al hospital. Estaría allí algunas horas, y si aguantaba, pasaría también la noche. Pero no fue una espera normal. Una nueva sorpresa se le presentó cuando apareció de entre las visitas un joven de color. Llegaba triste, con lágrimas, nervioso. Era la pareja de Lindiwe. Su novio en Madrid, la persona con la que había estado conviviendo allí. Lo conoció tras su regreso a la capital y trascurridas unas semanas se fueron a vivir.

- ¿Embarazada? No sabía nada!! Yo deseaba mucho tener un hijo, y resulta que ella me lo iba a dar. No es justo, no es justo. Se marchó y no me dijo nada. Casi ni nos pudimos despedir.

Estas y otras muchas frases eran narradas entre un mar de lágrimas.

La confusión se apoderó de Andrés. Ya no cuadraba nada. Cuando estuvieron juntos en Navidades ella no le había contado nada de que tenía pareja y también es cierto que no habían tomado medidas anticonceptivas. Pero ahora todo estaba patas arribas y sólo la propia Lindiwe sabría la verdadera historia.

Decidió guardar silencio y permanecer alejado de todos. Estaba totalmente desconcertado. Lo mejor sería marcharse a casa. En esos momentos, su presencia no era ni tan siquiera bien vista, salvo para aquel joven recién llegado y ajeno a la presencia de Andrés.

Antes de marcharse tiró de conocidos en el hospital que le dejaron entrar unos segundos para estar a solas con Lindiwe sin que el resto de la familia se percatara de ello. Llegó, se sentó junto a su lado, entre máquinas y cables, le tomó la mano y se dirigió a ella:

- Te quiero, y no creo que te lo haya dicho lo suficiente. No me importa lo que haya pasado, ni lo que hayas silenciado, sólo sé que voy a estar a tu lado hasta que te recuperes.

La máquina que marcaba el ritmo cardíaco de Lindiwe comenzó a dar señales de una subida del ritmo durante unos segundos. Luego volvió a estabilizarse.

- Enfermera, enfermera, la frecuencia cardíaca ha subido!!

- No se preocupe, es normal. A lo largo del día suele pasar varias veces.

- No, no es normal. Le ocurrió cuando le tomé la mano y le hablé.

La enfermera guardó silencio. Fue prudente. No quiso matar aquel hilo de esperanza. Sólo dijo: "quizás fue el amor".

Demasiadas preguntas por responder: ¿Sobreviviría Lindiwe al accidente? Y si así era, ¿en qué estado quedaría? ¿Por qué no le dijo en Nochebuena que tenía pareja en Madrid? ¿Quién la había dejado embarazada, él o aquel joven recién llegado? ¿Por qué acudía a Málaga? ¿Qué quería contarle? ¿Huía o quería un camino en común? ¿Qué pasaría en el inmediato futuro profesional de Andrés? Y Elvira ¿la volvería a ver?

Fin de la 1ª Parte

6 comentarios:

Flavia G. dijo...

Hola Samurai :) Me gusta mucho esta historia que has puesto, acabo de descubrir tu blog, espero leer más entradas como esta

El último samurai bancario dijo...

Gracias Flavia por tu comentario.

En ello estoy, viendo si me lanzo de nuevo a retomar el blog y la historia o si la vorágine del día a día puede más conmigo.

En estos momentos me encuentro de vacaciones, con lo cual, puede que sea buen momento para lanzarme.

Un saludo

MAYTE dijo...

Hola Andres, me ha gustado mucho volver a leer tu historia, me gustaria que te animaras a continuarla.

Un beso.

El último samurai bancario dijo...

Gracias Mayte. Lo haré, aunque no sé hasta donde llegaré!!

Muchos besos

Anónimo dijo...

Hola Andrés me ha gustado mucho la historia y me gustaría k sigueras contandola .
Un saludo

El último samurai bancario dijo...

Muchas gracias por tu comentario.

En ello estamos. Espero seguir con ella.

Saludos